No es la primera vez que en nuestro blog ponemos de manifiesto el que ya es el principal problema en el ámbito terrestre: la falta de conductores. Sin embargo, en este caso, los buenos datos de la apuesta por el transporte terrestre vienen a reforzar las tesis más pesimistas de que si no se le pone remedio a la falta de transportistas el colapso llegará.
El incremento de la apuesta por el transporte terrestre
Los datos del informe Los transportes y las infraestructuras del Ministerio parecen dejar claro que a nivel nacional, el transporte terrestre supone la mayor parte de los desplazamientos nacionales de mercancías. Apenas hay cambios aquí, ya que el 95,8% de las toneladas se transportaron por esta vía, mientras que el 3% se desplazó por mar, el 1,2% vía ferrocarril y un 0,03% vía aérea.
El gran cambio viene en el transporte de mercancías internacional. En este sector, el transporte terrestre tiene un peso mucho menor, ya que el rey es el marítimo. Sin embargo, pese a ello, el cambio ha sido un incremento de casi un 1% comparando los períodos 2020-2021 que son los que tienen los datos cerrados en el informe del ministerio. Así, se alcanzó la cuota del 20,7%, superando el 19,8% en 2019 y 19,9% en 2020.
Más apuesta por el transporte terrestre y menos conductores: una dicotomía compleja
La falta de conductores que denuncian las asociaciones empresariales desde hace años no solo no se ha resuelto, sino que ha ido en aumento. Profesionales que se jubilan y ¡una tasa de reposición extremadamente baja hacen imposible que existan conductores para la demanda actual. Si se considera además que esa demanda esta creciendo, la situación se vuelve insostenible.
La mayor parte de asociaciones profesionales coinciden en que la inacción de las administraciones, sumada a los grandes retos a los que se ha enfrentado el sector del transporte por los problemas en la cadena de suministro, los cambios del Brexit, la pandemia y los paros no han ayudado a que la situación se vuelva más sostenible. Tampoco el hecho de que para las nuevas generaciones las condiciones del sector, sobre todo en el ámbito del transporte internacional distan de ser atractivas.
Por otro lado está el factor tecnológico. Algunos creen que hay que converger desde la profesión actual de transportista actual a la próxima gran revolución que traerá el transporte autónomo. Otros consideran que ese horizonte está muy lejano porque las primeras pruebas de camiones autónomos no están alcanzando los resultados esperados. Lo que está claro es que el problema se arrastra desde hace un lustro, y hay que ponerle remedio antes de que se provoque uno mayor.