La transición hacia una movilidad más sostenible no solo implica electrificar las flotas o introducir nuevas apps. También exige resolver desafíos estructurales, normativos y tecnológicos que hoy, en muchos casos, siguen sin estar resueltos. En el centro de esta transformación se encuentra el transporte de mercancías por carretera, uno de los pilares logísticos de Europa y, a su vez, uno de los sectores más presionados para acelerar su descarbonización.
El avance del modelo MaaS: innovación que necesita infraestructuras modernas
El concepto de Movilidad como Servicio (MaaS) ha ganado fuerza en los últimos años, con plataformas que integran distintos modos de transporte (tren, autobús, taxi, bicicleta, coche compartido) bajo una misma herramienta tecnológica. En ciudades como Madrid, Valencia o Zaragoza, iniciativas como MM360 o Zum demuestran el potencial de estas soluciones para mejorar la eficiencia y reducir la dependencia del vehículo privado.
Sin embargo, la digitalización no puede avanzar al margen de la realidad física. Según expertos del sector, el éxito de estas plataformas depende directamente de que las infraestructuras urbanas y logísticas estén adaptadas: hubs de movilidad conectados, estaciones intermodales funcionales, red eléctrica potente y espacios para distribución urbana de mercancías (DUM). Sin una base sólida, la capa digital no puede operar de forma eficaz.
CETM: “No se puede imponer una única tecnología”
La sostenibilidad también pasa por decisiones políticas y propuestas que preocupan al sector. La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha sugerido a la Comisión Europea que se imponga a los transportistas la obligación de incorporar vehículos pesados de cero emisiones en sus flotas. Una propuesta que ha sido recibida con firme rechazo por parte de la CETM (Confederación Española de Transporte de Mercancías).
Desde la Confederación argumentan que no se puede limitar la libertad de las empresas a elegir la tecnología que mejor se adapte a sus necesidades operativas. Los camiones eléctricos actuales aún presentan dificultades para recorridos de larga distancia, y la infraestructura de recarga en Europa es muy limitada. Imponer la electrificación total, sostienen, supondría una carga económica inasumible para muchas pymes del transporte.
Alternativas reales: combustibles renovables y soluciones híbridas
La CETM aboga por una transición progresiva y flexible. Apuntan a que existen alternativas como los combustibles renovables, compatibles con los motores actuales, que permitirían reducir las emisiones sin sustituir por completo la flota. Esta solución, señalan, facilitaría una transición más realista, especialmente en el transporte de larga distancia, donde las exigencias técnicas y logísticas son mayores.
También se denuncia la falta de ayudas públicas para la renovación de flotas, así como el riesgo de que se impongan tasas por emisiones (tarifas basadas en CO2) que penalicen aún más a las empresas sin que existan alternativas viables ni apoyo económico.
Sostenibilidad, sí… pero con visión práctica
El reto de lograr un transporte de mercancías sostenible pasa, indiscutiblemente, por sumar esfuerzos desde todos los frentes: innovación tecnológica, inversión pública, adaptación de infraestructuras y regulación sensata. No basta con declarar objetivos climáticos ambiciosos: es necesario acompañarlos de recursos, coordinación y realismo empresarial.
Para los clientes de Iberoforwarders —empresas que importan, exportan o dependen de cadenas logísticas internacionales— es clave saber que esta transición está en marcha, pero también que se está produciendo con tensiones. Contar con operadores que entiendan este contexto y puedan ofrecer alternativas logísticas eficientes y sostenibles marcará la diferencia en los próximos años.